domingo, 11 de mayo de 2014

Monólogo Jornada III Don Alvaro o la fuerza del sino

El monólogo de Don Alvaro se sitúa en la Jornada III, al principio de la jornada III, en la que él ha huido a Italia haciéndose pasar por soldado y que se encuentra en una selva oscura.. En él Alvaro expresa su deseo por la muerte y su desprecio por la vida, lamentando haber nacido y que la vida sea tan larga para él, llena de penurias y fatalidades, y tan larga para aquel que vive entre honores y es feliz, ya que la vida para él no tiene sentido sin Leonor, a la que  cree muerta, aunque, como sabemos por la jornada anterior, ella en realidad, tras pasar un año en casa de una tía suya, y llena de culpa por la muerte de su padre, decidió ingresar en el convento del Padre Guardián, situado en una serranía cordobesa. Este monólogo resalta un rasgo muy común en el Romanticismo, que es el pesimismo o la fatalidad, que reproduce el tópico del contemptus mundi (menoprecio del mundo y de la vida) muy común también en la Edad Media. Asimismo, este monólogo es precursor del trágico destino por el que está marcado Don Alvaro desde su nacimiento y de las desgracias que le acontecerán , ya que él, además de vivir sin la mujer que ama y acusado de un crimen que no ha cometido intencionadamente (el del Marqués de Talatrava, padre de Leonor) está condenado a matar sin querer también a los otros dos hijos de este, Don Carlos, al descubrir su identidad como soldado en Italia y a Don Alfonso, cuando en la última jornada lo descubre con la identidad del Padre Rafael en el convento de los Angeles. Y para la máxima fatalidad, descubre que su amada Leonor está viva justo antes de verla morir definitivamente a manos de su hermano, lo que culmina con el suicidio de este.

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