lunes, 19 de mayo de 2014

Por supuesto, tras reconocer a su odiado rival tras su encuentro, este también le echará en cara su desprecio:

¿Eres monstruo del infierno,
prodigio de atrocidades?

Baste.
¡Muerte y exterminio!
¡Muerte para los dos!
Yo matarme sabré, teniendo el consuelo
de beber tu inocua sangre.

Don Alvaro está tan dolido y tan herido que ya no le importa que el demonio se haya apoderado de sus instintos y esta vez, contrariamente a lo que sucedión con el Marqués o con Don Carlos, este combatirá voluntariamente con Alfonso para matarlo, e incluso, cuando Alfonso le pide que salve su alma, este se niega, alegando que no es un ministro de Dios, sino un demonio:

¡No, yo no soy más que un réprobo, presa infeliz del demonio! Mis palabras sacrílegas aumentarían vuestra condenación. Estoy manchado de sangre, estoy irregular... Pedid a Dios misericordia.

Finalmente, cuando aparece Leonor, Alvaro se siente feliz por un instante, al ver que ha vuelto a ver a su "ángel", pero su felicidad solo dura un instante, porque Alfonso le provoca la muerte cumpliendo con la venganza prometida a su padre. Ante tanto sufrimiento y tanta destrucción, Don Alvaro, consumido por la culpa a la que le han llevado sus viles actos, se dispone a acabar con su mísera existencia arrojándose desde un risco suplicando al infierno que se lo trage, totalmente condenada su alma:

Infierno, abre tu boca y trágame! ¡Húndase el cielo sobre mí, perezca la raza humana, exterminio, destrucción...!

Yo soy el demonio exterminador, huid, miserables.

No hay comentarios:

Publicar un comentario